
Hay canciones que son universos completos y «Fiesta», de Joan Manuel Serrat, es una de ellas. Un himno a la nit de Sant Joan que encierra magia, nostalgia y ese fuego efímero que solo la música puede eternizar. Ahora, los mallorquines de Roulotte, un quinteto que ha hecho del americana su lengua franca, se atreven a reimaginar la pieza, y el resultado es tan fiel como audaz.
La versión de Roulotte, producida por Tito Dávila (teclista de la banda) y editada por Produccions Blau, conserva la luminosidad de la original pero la viste con guitarras slide que evocan a los Allman Brothers, armonías vocales que huelen a whisky y madera, y una base rítmica que late como un motor en ruta. Es americana en su ADN —raíces en el folk, el southern rock y un toque de country—, pero sin traicionar el espíritu mediterráneo de Serrat.
Querían jugar con la perfección de la canción y lo logran. La letra sigue celebrando la noche más corta del año, pero ahora suena a carretera polvorienta, a tabaco ahumado, a esas bandas que Neil Young amaría.
Roulotte no es nuevo en esto de fusionar mundos. Desde su debut en 2015 con Las heridas, han pulido un sonido que bebe tanto de Springsteen como de Quique González. En Le Mans (2020), su disco más redondo, ya exploraron el rock sureño con una autenticidad que desarma. Ahora, con «Fiesta», confirman que su amor por Serrat no es casual: es un diálogo entre generaciones y geografías.
La grabación, obra de Pere Estelrich en el estudio Almost Famous (Santa Maria del Camí), y la mezcla de Gonzalo Lasheras (Madrid) y Estelrich en Estudios Swing, aportan calidez analógica. Se nota en los detalles: el slide que resbala como arena entre los dedos, el bajo de Michael Backhausen que ancla la fiesta o los teclados de Dávila que pintan cielos crepusculares.
2024 marcó una década desde Las heridas, y la banda lo celebra a lo grande: nuevos sencillos, un disco en camino y conciertos que prometen ser épicos. «Fiesta» es el aperitivo de lo que viene, un recordatorio de que Roulotte no solo mira al pasado, sino que lo hace con voz propia.
Y sí, esta versión no supera la original (¿quién podría?), pero la abraza con tanta honestidad que hasta Serrat podría sonreír. Porque al final toda gran fiesta musical termina cuando alguien enchufa una guitarra y vuelve a empezar.
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Director de Mallorca Music Magazine, ejerciendo de fotógrafo, editor y redactor.
Apasionado de la buena música y las artes escénicas.
Fotógrafo especializado en fotografía musical y de conciertos.
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